viernes, 7 de noviembre de 2008

Terodáctilo vs.Tricératops .


Me picó tres veces en la espalda. Me viré. ¿Tienes un saca puntas? . Yo nunca lo había notado, desde que comenzó el año, se sentaba atrás mío pero yo no lo había visto. Me fijé en sus ojos, eran negros y brillantes, muy brillantes y su pelo estaba mojado y una llave colgaba de su cuello. ¿Tienes un sacapuntas?, volvió a preguntar. No, pero tengo otro lápiz. No gracias, quiero sacarle punta a mi pintura verde. Haaa, no tengo. Me volví y me quedé muy quieta, mi respiración se aceleró como si el profe de mate me hubiera pedido que pase al pizarrón. Tenía ganas de virarme hacia él otra vez, o de que a él haya quedado la duda de la ausencia de un sacapuntas en mi cartuchera y preguntara de nuevo.


No me viré, recibimos dos horas de ciencias naturales. Luego una de inglés. Yo le veía de rato en rato con el rabillo del ojo para ver si volvía a preguntar por otra cosa que tal vez yo si tenía en mi cartuchera, pero no.


Riiiiiiiiiiinnn, recreo. Dentro del aula y sentada en mi puesto abrí la lonchera. Chuuuta; un sanduche de queso y una mitad de zapote, no me gusta el zapote porque es difícil de comer se chorrea todo al morder y al terminar se quedan entre los dientes unos hilitos tomates que no te dejan sonreír. Cerré la lonchera. Me levanté y me di la vuelta para mirar si el niño de los ojos brillantes seguía ahí, y si seguía, tenía una caja gigante de colores sobre el pupitre y estaba dibujando algo. Nunca le había visto en la fila para subir la cuerda (a donde casi todos los niños van), ni tampoco jugando fútbol (en donde los que no sube la cuerda están). Y ya eran las doce del día y seguía con su saco puesto… Alzó la cabeza y me miró, yo me había quedado parada con la mirada hacia el pensando todo eso, salí al patio casi corriendo.


Una niña llamada Estefanía nos mostró una muñeca que su papá le había regalado, según ella un garabato que la muñeca tenía en el trasero era la prueba de que era original. Mis otras amigas también querían una original, así que se quedaron con ella para ver bien la muñeca y no confundirse cuando sus papás les lleven a la juguetería. A mí no me interesó, así que mejor me fui a hacer fila con los otros niños para subir la soga. Natalie y yo éramos las únicas niñas que hacíamos fila para la cuerda, los demás eran niños. Recuerdo que un día cuando Natalie estaba subiendo la soga y un niño le vio debajo de la falda y gritó ¡se le vio el calzóoon! y los otros niños se rieron ja ja ja, ¡qué asco!. Desde ese día yo siempre llevaba un licra debajo de la falda.
Subí la cuerda cuatro veces. Cuando sonó la sirena fui corriendo a la clase, con la lonchera llena porque me olvidé de comer. El niño seguía ahí, dibujando, con la cara muy cerca de la hoja. No levantó la cabeza cuando entré ni cuando entraron los otros niños.


Tenía una curiosidad inmensa por el niño de los ojos brillantes, así que las semanas siguientes me fijé mucho en lo que hacía. En recreo, sacaba su caja gigante de colores y hacía dibujos, se llamaba Esteban Ortiz y sabía mucho de dinosaurios, eso era lo que siempre dibujaba. La llave que colgaba de su cuello era de su locker. A veces teníamos conversaciones muy cortas entre las clases, pero a la ultima hora casi siempre me mostraba sus obras de arte (como él las llamaba). Me enseñaba las habilidades de defensa de cada dinosaurio dibujado, e imaginaba peleas ficticias entre ellos para explicarme quien ganaría si un Espinosaurio se pelearía con un Alosaurio, o un Tiranosaurio con un Estiracosaurio, a veces los comparaba con sus preferidos el Terodáctilo y el Triceratops. Me gustaban mucho sus explicaciones, me alegraban. Cuando terminaba, guardaba sus cosas y se iba sin despedirse.


Una vez faltó toda la semana, luego regresó y faltó tres días y luego no volvió. No creo que ninguno de los otros niños se fijara en su ausencia a parte de mí.


Después de un tiempo otro niño ocupó su puesto detrás de mí, se llamaba Gustavo y le gustaba comer borrador de queso y hacer bombas con la saliva. El si hacía fila para la cuerda y también jugaba fútbol. Pero no sabía de dinosaurios y yo que necesitaba saber quien ganaba si un Terodáctilo pelaba con un Tricératops .

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