domingo, 2 de noviembre de 2008

Jean Jacques Rosseau- La soberanía


Jean Jacques Rosseau fue un escritor, filósofo, músico, Ginebrino ; usualmente es definido como un ilustrado, pero parte de sus teorías prefiguran el posterior Romanticismo.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución Francesa, el desarrollo de las teorías Republicanas, y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en su más célebre frase, contenida en El contrato social: «El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado».
Nació en Ginebra el 28 de junio de 1712. Era hijo de Isaac Rousseau (Ginebra, 1672 - Nyon, 1747), relojero como su padre y su abuelo y de Suzanne Bernard (Ginebra, 1673 - Ginebra, 1712), que muere el 7 de julio de 1712, a sólo nueve días del nacimiento de Jean-Jacques.
Su padre lo abandona a sus 10 años, teniendo una infancia, una educación y un debut muy difíciles. Pasa dos años en casa del pastor Lambercier, en Bossey (al pie del Salève, al sur de Ginebra) (1722 - 1724). Su tío le consigue trabajo como aprendiz de relojero, y en 1725 con un maestro grabador.
A los dieciséis años huyó de su localidad natal tras pasar tantas dificultades. Más tarde se estableció en Annecy, tutelado por Madame de Warens, quien le proporcionó una educación esmerada y ayudó en su afición por la música. Tras una enfermedad grave, debió residir en Montpellier por un periodo de seis semanas para reponerse. A su regreso, fue preceptor en Lyon y contactó con Fontenelle, Diderot, Rameau y Marivaux. Pasó más tarde a ser en la que ejercerá diferentes oficios relacionados con las letras y la música. Recorrerá muchos kilómetros a pie por la zona de los Alpes a través de los cuales forjará su carácter de «paseante solitario».
Su vida se estabiliza un poco en 1745 cuando llega por segunda vez a París. Se casa con Thérèse Levasseur y entra en contacto con otros ilustrados como D'Alembert, Voltaire, Rameau, Diderot... Es a partir de este periodo cuando se inicia la producción escrita de Rousseau que lo ha hecho ocupar un importante lugar en la tradición ilustrada europea. Cuando finalizó su estancia en París, y ya tras haber estado en un buen contacto con otros ilustrados se traslada a Ermenonville, donde fallece después de un paro cardíaco, cuando estaba en su casa.


La soberanía

En 1762, la publicación de El contrato social fue causa de su expulsión de Francia, refugiándose en Neuchatel. Uno de los temas fundamentales de la obra es la soberanía (tema fundamental de la filosofía occidental de la modernidad). Para el autor soberanía es sinónimo de voluntad general, en tanto que sólo la voluntad general del pueblo puede constituirse en ley. Esta es indivisible y no puede ser representada. Por lo tanto la soberanía radica en el todo (el pueblo en su totalidad), no puede dividirse en partes (como los poderes) y menos todavía ser representada por un parlamento electo (porque de esta manera el hombre sería libre solo cuando elige a sus representantes legisladores, pero después volvería a ser esclavo). Soberanía y Estado son términos inseparables, en tanto que el Estado se mantiene en el poder soberano. De esta manera para Rousseau el principio fundante del Estado Moderno debería ser netamente democrático, ya que el poder soberano solo es tal, cuando es la expresión de la voluntad general de todos los ciudadanos de un Estado. La voluntad general del pueblo es el denominador común de todas las voluntades particulares. Esto suena algo utópico, pero el autor contesta diciendo que si entre un grupo de hombres no hubiera ningun interés común a todos, que los pueda unir, seria imposible pensar en la sociedad civil y menos en un contrato social fundante de un Estado.
Sólo en un Estado fundado en un principio democrático, donde el poder soberano es la voluntad general de todos, el hombre puede ser realmente libre, existir auténticamente. Porque el hombre de esta manera sólo se somete a la ley que él mismo se dicta. Ni en el Estado de Naturaleza (donde está atado a sus pasiones, o bien, a las de otro) ni en otro tipo de Estado puede llegar a serlo realmente.
Pero no hay que confundir este principio fundante del Estado (a saber que solo la votación de todos puede crear ley) con el régimen o forma de gobierno. Una cosa es la forma de Estado y otra su régimen político.
El gobierno es el órgano encargado de ejecutar la voluntad general del pueblo. La ley, como expresión de la voluntad general, debe también apuntar siempre al todo y nunca a un particular. Por eso es necesario un gobierno que aplique la ley a las partes, pero éste no puede nunca dictarla, solo el pueblo entero puede hacerlo. Para Rousseau no hay un régimen político ideal o por excelencia, el tipo de régimen dependerá de la situación geográfica donde se asiente la sociedad civil y su consecuente Estado. En territorios pequeños es conveniente una democracia como forma de gobierno, en territorios medianos una Aristocracia y en un territorio grande una monarquía.
Rousseau propugnaba la soberanía del pueblo que identificaba solamente con los varones. Su concepción sobre las mujeres puede conocerse a partir de su tratado de educación femenina "El Emilio" donde cuestiona la igualdad que propugnaba ya que solamente incluía a los varones.


Rosseau tenía concepciones machistas que reducían a la mujer a ser sirvientas de los hombres. El siguiente es un fragmento de el Tratado “El Emilio”.

La educación de las mujeres siempre debe ser relativa a los hombres. Agradarnos,
sernos de utilidad, hacernos amarlas y estimarlas, educarnos cuando somos
jóvenes y cuidarnos de adultos, aconsejarnos, consolarnos, hacer nuestras vidas
fáciles y agradables; estas son las obligaciones de las mujeres durante todo el
tiempo y lo que debe enseñárseles en su infancia.

Literatura


Dado su alejamiento de los enciclopedistas de la época y su enfrentamiento con la iglesia católica, por sus polémicas doctrinas, su estilo literario cambió. Sus obras autobiográficas y de su yo, dieron un vuelco fundamental en la literatura europea; a tal punto que es considerado uno de los precursores del Romanticismo.
Entre sus obras más importantes se encuentran Emilio, El Contrato Social, Julia, o la nueva Eloísa y el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres.

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